La vida laboral se produce en contexto de competitividad y tensión por los resultados que puede conducir a problemas de convivencia, estrés adicional e incluso bajas por depresión nada deseables, tanto para la empresa como para el trabajador.
Por eso, contar con un código de buenas prácticas para mejorar la convivencia entre compañeros, y crear un clima agradable en el día a día es una idea óptima para prevenir conflictos. También para lograr que los desafíos de la vida laboral se hagan más llevaderos, gracias a un contexto favorable y cómplice.
Porque esas buenas prácticas generan una energía positiva que se contagia, que rema a tu favor, y que te dan una fuerza parecida al ciclista que pedalea en el pelotón y que es capaz de neutralizar a los escapados gracias a su tesón y fuerza compartida.
Problemas con los horarios y la conciliación
Otro de los caballos de batalla de los departamentos de recursos humanos, así como de los distintos responsables de equipo. Ya que en un mundo cada vez más complejo y fragmentado, global, las rutinas son también cambiantes, así como nuestras exigencias. Como la de teletrabajar, al menos algunos días de la semana, o poder configurar las jornadas según nuestras necesidades de conciliación familiar, pero también personal.
Para satisfacer estas demandas, el horario flexible surge como una alternativa más que sensata para organizar los horarios de manera personalizada pero sin que se resienta la productividad y la buena marcha de la empresa. Horarios flexibles que pueden ofrecer la libertad total de horarios, siempre que se cumplan las horas pautadas por semana, o una libertad parcial. Es el trabajador quien elige cómo reparte sus horas de trabajo durante el día, pero esa plantilla no se modifica durante un mínimo de seis meses.

Los riesgos del exceso de trabajo
Un problema del que no se hablaba mucho hasta hace poco, y que tiene que ver con las nuevas formas de organización, como el teletrabajo, es el exceso de trabajo. No tanto porque se encarguen demasiadas tareas, sino porque en ocasiones es difícil delimitar la carga de trabajo y el empleado, en su afán por hacer lo mejor posible su trabajo, podría llegar a excederse.
Es lo que se conoce como productividad tóxica y, más que una virtud, acaba siendo un vicio, un defecto, ya que conduce a la postre a un desgaste, a una irritabilidad, a una bajada de la motivación y un malestar que puede tener consecuencias muy negativas.
Este tipo de productividad tóxica surge sobre todo en trabajos creativos y culturales. ¿Cuántas horas debo dedicar a documentarme antes de entrevistar a tal autor? Sé las palabras que tengo que dedicar a esta reseña, ¿pero cuánto tiempo puedo pasar escribiéndola? ¿Cuántas películas debo ver sobre tal cineasta para que mis comentarios gocen de suficiente autoridad intelectual?
Como vemos, hay labores que no tienen claro su principio y su final, lo que da pie a cierta productividad tóxica en aquellos trabajadores que, curiosamente, están en las antípodas de la picaresca, el absentismo o el fraude, pero que pecan por exceso de entrega. Para frenar esa manera poco saludable de trabajar, hay formas para resolver problemas en el trabajo:
- Poner límite a las horas de trabajo de manera realista.
- Perder el miedo a la respuesta dilatada en el tiempo. En “la era de la inmediatez” se ha generado un pavor a responder con algo de demora. Aceptar que todo lleva su tiempo y que hay prioridades es un buen paso para no fallecer bajo montañas de trabajo y tareas pendientes en un mismo día.
- Trocear la carga de trabajo y trazar planes asumibles. Más vale sumar poco cada día, que querer abordar demasiado y caer en la parálisis o en la productividad tóxica.
Una buena gestión del tiempo. Que ponga freno a la procrastinación, a la dispersión y que planifique las tareas según prioridades.

Estrés laboral: el enemigo más invencible
Terminamos este repaso a algunos de los problemas más acuciantes (con sus soluciones) con un mal que engloba a todos a la vez: el estrés laboral. Pinchando en el enlace encontrarás algunas claves para combatir un mal que es demasiado común en el día a día de las empresas.
Para empezar, lo importante para minimizar sus daños es identificarlo porque, como pasa con la productividad tóxica, uno puede ser víctima de sus consecuencias negativas y no ser consciente de ello. Es decir, pensar que es lo ‘normal’ vivir con esa inquietud, ansiedad y malestar general. Escuchar los síntomas físicos es una buena manera de hacerle frente y poner las medidas necesarias.
Entre esas medidas, urge tomar decisiones. Como solicitar ayuda psicológica especializada en temas laborales para canalizar y redirigir el problema, así como tomar decisiones concretas, ya sea un cambio de departamento, una reducción de responsabilidades o, incluso, un cambio de trabajo.
Porque el estrés laboral puede estar justificado en periodos puntuales en los que haya que dar lo máximo, pero padecerlo de una manera continuada puede tener graves consecuencias.
Ah, y trabajar en un entorno inadecuado también puede incidir en ese estrés. Recuerda que la mejor forma de resolver problemas en el trabajo, es no tenerlos. De ahí que Kudos Workplace sea el espacio de trabajo favorito de cada vez más trabajadores y emprendedores. ¿Aún no has venido a visitarnos?