
Si desde que estalló la Revolución Industrial se fue tirando con la palabra “despacho” para describir la práctica totalidad de espacios de trabajo disponibles, la cosa ha cambiado de manera espectacular en las dos últimas décadas.
Ahora contamos con oficinas abiertas, oficinas flexibles, oficinas corporativas y, entre otras denominaciones, la de los espacios de co-working. Pero qué es un coworking y, sobre todo, cómo funciona un coworking. La propia palabra lo indica, con ese prefijo ‘co’ que habla de comunidad, de trabajo en equipo, de proyecto compartido.
Cómo se trabaja en un co-working
Co-working implica presencialidad, es decir, un espacio al que se va a trabajar en compañía de otros profesionales, normalmente por cuenta propia. Es decir, trabajadores autónomos o freelance que comparten ese espacio pero trabajan cada uno en sus proyectos personales.
Esto no implica que sean profesionales aislados. Al contrario, la inscripción en un espacio de co-working implica, como dijimos, esa apuesta por la comunidad, por lo que una de las ventajas de formar parte de estos espacios son las sinergias que pueden surgir.
Porque, al juntarse en un mismo lugar profesionales de sectores que pueden tener intereses comunes, es habitual que surjan relaciones laborales productivas. Por ejemplo, una fotógrafa que forme parte de un espacio de co-working puede conocer a un redactor e iniciar juntos un proyecto profesional determinado uniendo sus talentos.

El día a día en un co-working
Lo primero para formar parte de un co-working es elegir uno. Suena a perogrullada, pero es cierto que hay analizar una oferta cada vez más creciente, sobre todo en las grandes ciudades, y optar por uno de los diferentes tipos de espacios de trabajo que existen. Ya que hay co-working especializados en lo social, en lo creativo, en las finanzas, en el diseño, etc.
Encuentra aquel espacio de co-working con el que más te identifiques como profesional. Allí encontrarás un lugar para teletrabajar (con tus respectivos clientes) y poder concentrarte gracias a la atmósfera más proclive a ello que se crea.
Porque todos somos conscientes y hemos experimentado en carne propia los riesgos del teletrabajo en la soledad del domicilio: aumenta la procrastinación hasta límites indecentes, las visitas a la nevera, la tendencia a descuidar nuestro aspecto e higiene y por tanto nuestra autoestima…
En un co-working se trabaja más y mejor y, como dijimos, se crea el caldo de cultivo apto para un networking natural. Al formar parte de una organización, se crean nueva dinámicas que fomentan la sociabilidad y los contactos. Pequeñas iniciativas como la famosa sexy salad, almuerzos veganos que se celebran cada semana, en las zonas comunes habilitadas, y en las que cada miembro del co-working dispone de cinco minutos para presentarse como profesional y tender una mano a posibles colaboraciones.

Tipos de membresías en un co-working
Una de las palabras que más repiten los promotores de los espacios de co-working es la de flexibilidad, tanto en la teoría como en la práctica, lo que permite que uno se sienta como en casa y pueda vestir a su gusto, pero con las ventajas de la vida compartida. Quedó atrás la época de la rigidez en todas sus formas, desde la jerarquía en la organización de las plantillas a la propia de los espacios, con sus cuatros paredes y puerta con pestillo.
En los co-working, se trabaja en espacios diáfanos y compartidos y en muchos casos ni siquiera hay puestos fijos. Precisamente, gracias a suscripciones flexibles, a precio mucho más asequible que otras opciones, el miembro del co-working acude cada día (o los días que tenga contratados) al espacio, pero sin un puesto concreto asignado. He ahí la flexibilidad que corresponde a estos espacios, en los que básicamente se necesita un ordenador portátil (que hace honor a su nombre), una mesa y una silla y un enchufe.
Así, ser miembro de co-working permite disfrutar de distintos servicios y accesos según la cuota que uno abone. Se puede optar por distintas días y franjas horarias, pero también por el modo flexible o por puestos fijos. Incluso también por espacios habilitados para un equipo concreto, una start-up, por ejemplo, que requiera de un número determinado de puestos fijos.
Por supuesto, el personal de cada co-working estará, en principio, a nuevas organizaciones, en sintonía con esa flexibilidad que caracterizan a estos lugares de trabajo y algo (o mucho) más.
Por cierto, en Kudos Workplace tenemos todo a punto para que crees tu espacio de co-working. Lo habías pensado. Ven a visitarnos y da alas a tu imaginación.